
El Imperativo de la Justicia Climática:
el compromiso profético de las iglesias del Sur Global
(Presentado durante el Coloquio sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente en la Selva Amazónica del Perú, en el Centro Pignatelli, Zaragoza, 3 noviembre 2025. El evento fue organizado por La Federación Agustiniana Española)
La intervención de las Iglesias del Sur Global, articulada en un llamamiento pastoral titulado «Llamamiento por la justicia climática y la casa común: conversión ecológica, transformación y resistencia a las soluciones falsas», de las Conferencias Episcopales de Asia, África, el Caribe y América Latina, se erige como una voz profética ineludible ante la inminente COP30 y la crisis ecológica. Su posición es inequívoca: «sin justicia climática no hay paz, sin conversión ecológica no hay futuro, sin escuchar a la gente no hay soluciones reales.» Esta convicción no es teórica, sino que brota de las «heridas sufridas» en sus territorios y de la esperanza sembrada al caminar junto a los más vulnerables, proclamando que «otro mundo es posible.» La Iglesia afirma la necesidad urgente de una «transformación estructural» de nuestra forma de vida para combatir el calentamiento global, rechazando de plano las «soluciones falsas» que eluden la raíz del problema y promoviendo, en su lugar, la «sobriedad feliz» y la «conversión ecológica» como fundamentos de sociedades respetuosas con el medio ambiente.
El corazón de este llamamiento radica en la denuncia del Colapso Ecológico, que va más allá de los fenómenos naturales. Este colapso—que incluye el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertificación—es un catalizador de profundas crisis sociales, desatando la migración forzada, la profundización de las desigualdades entre el Norte y el Sur Global, y un sufrimiento humano generalizado. Testimonios directos, como el de la región amazónica del Perú, evidencian la brutalidad de este proceso, donde los defensores de la naturaleza se enfrentan a graves peligros. La Iglesia, como resalta su documento sobre los compromisos del Sur Global, no puede permanecer «insensible al clamor de la Tierra y al clamor de los pobres» (Laudato Si’, 49), reconociendo que la injusticia ecológica es intrínsecamente social.
El análisis del Papa Francisco sobre la destrucción de la Amazonía subraya la naturaleza sistémica de esta crisis. El Santo Padre obliga a confrontar una realidad brutal: esta región vital es tratada por poderosos actores económicos externos como un «enorme espacio vacío» y mera fuente de materias primas. Estas industrias imponen un modelo extranjero que solo ve el bosque como algo para explotar, mientras que los pueblos indígenas lo protegen por la vida misma. Esta es una «tragedia de territorios robados», exacerbada por la histórica y sistemática deshumanización de los pueblos originarios, vistos como obstáculos a eliminar, lo que genera un «enorme desequilibrio de poder en el que los ganadores se lo llevan todo.» Este sistema, facilitado a menudo por poderes locales bajo el pretexto del desarrollo, permite la devastación indiscriminada con impunidad.
Ante la devastación, el llamamiento de las Iglesias se centra en la acción concreta y la promoción de valores espirituales y ancestrales. Hacen un llamamiento a emprender un camino de «conversión ecológica» inspirado en la espiritualidad del cuidado, el «Buen Vivir» (Querida Amazonia, 8) y la «sobriedad feliz» (Laudato Si’, 223). Esto implica fomentar la conciencia ecológica, promover estilos de vida que reduzcan el consumo excesivo y muestren respeto por la creación. La llamada resuena con el clamor de los pobres por la justicia, en la línea de las palabras del Papa León, reafirmando que el paradigma de la destrucción ecológica ha perdido el valor esencial de las personas y la naturaleza: «PEOPLE and NATURE over PROFIT!»
Los compromisos de la Iglesia del Sur Global son claros y buscan una incidencia real. Se comprometen a defender a los más vulnerables en cada decisión sobre el clima, educar en ecología integral, y promover economías basadas en la solidaridad. Es crucial la construcción de una alianza intercontinental entre los países del Sur Global para fortalecer la cooperación. Además, anuncian la supervisión activa de los resultados de las COP a través de un Observatorio de Justicia Climática, asegurando que los acuerdos internacionales se traduzcan en acciones justas y eficaces.
La Iglesia también se compromete a la acción de base y la solidaridad global. Invitan a una coalición histórica entre actores del Norte y el Sur Global para abordar las crisis de forma solidaria. Exigen reparaciones por los daños causados y el respeto de los derechos humanos y la protección de los líderes amenazados por defender sus territorios. Se comprometen activamente a educar a las futuras generaciones para que comprendan la crisis climática como un desafío ético y moral que debe liderar la transformación hacia un futuro justo.
La voz profética de la Iglesia, encarnada en las realidades locales, busca integrar la riqueza de la fe con la sabiduría del mundo. Se promueve activamente el diálogo entre el conocimiento científico y la sabiduría ancestral, valorando su contribución conjunta a la conservación y adaptación al clima. Este enfoque reconoce que la Iglesia, en su misión, debe «encarnarse de modo original en cada lugar del mundo» para manifestar mejor la gracia, tal como lo expresa el Papa Francisco en Querida Amazonia.
Los cuatro grandes sueños de la Amazonía del Papa Francisco (QA 7) resumen la visión a largo plazo para la Iglesia en la región y para el mundo: el sueño de una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres y pueblos originarios; que preserve su riqueza cultural; que custodie celosamente su abrumadora belleza natural; y que se encarne en comunidades cristianas capaces de regalar a la Iglesia «nuevos rostros con rasgos amazónicos.» Estos sueños son un mapa para la «conversión ecológica» global.
La reflexión final se enfoca en la necesidad de ir «más allá de la COP30», con un llamamiento a la justicia transformadora. La crisis climática es señalada como un «fallo sistémico» ligado a la corrupción, la militarización y proyectos destructivos que diezman los ecosistemas, exacerbando el desplazamiento de comunidades indígenas. La Respuesta Eclesial surge como un faro de esperanza, integrando iniciativas interreligiosas y ecuménicas. La postura colectiva de las Conferencias Episcopales y el impulso de soluciones de la sociedad civil exigen un enfoque centrado en la equidad, la justicia y la protección.
Las organizaciones de la sociedad civil, las ONG católicas y los movimientos de base reafirman la necesidad crítica de empoderar a las comunidades, poner de relieve el coste humano del cambio climático en el centro del debate mundial y exigir responsabilidades a las naciones poderosas por la injusticia ecológica. Del mismo modo, el compromiso de las Iglesias del Sur Global es un recordatorio urgente de que solo un compromiso radical con la solidaridad y la acción transformadora puede salvar la brecha entre el Norte y el Sur globales, haciendo de la COP30 y las acciones posteriores una oportunidad real para avanzar en la lucha por la justicia climática y socio-ecológica—en nombre de la naturaleza y los pueblos.
Jaazel Jakosalem, OAR
ARCORES España
Miembro de la CDEI


