6 de septiembre
Lecturas del Domingo 23º del Tiempo Ordinario – Ciclo A
El mandamiento más importante. Ama a tu prójimo
Lecturas
1ª lectura. De la profecía de Ezequiel (33,7-9):
Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: «¡Malvado, eres reo de muerte!», y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»
Salmo. Sal 94,1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vitores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
2ª lectura. De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13,8-10):
A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a tí mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
Notas para la homilía
* La pregunta que con frecuencia nos hacemos, es una pregunta antigua, tanto como la humanidad: “¿Acaso es mi obligación cuidar de mi hermano?” (Gen 4, 9. Biblia Dios Habla Hoy). “¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?” ¿No tengo suficiente con cuidar de mi mismo y mi felicidad como para estar pendiente de la de los demás? ¿Quién soy yo para meterme en la vida de ellos?
* No hay respuestas fáciles a estas cuestiones, pero, al responder las preguntas anteriores, en realidad ya estamos resolviendo el enigma, ya estamos expresando quién es realmente mi prójimo, mi hermano, cuánto me importa su destino, qué supone su presencia en mi vida…
* Estamos invitados a hacernos de vez en cuando esta pregunta para no acostumbrarnos a respuestas “ya sabidas”: ¿amo a mi prójimo como a mí mismo? ¿Soy capaz de descubrirlo en el día a día? ¿Quién es? Es más, en el fondo estamos invitados a optar por una vida individualista o una vida comunitaria ¿Descubro en lo cotidiano que no es posible creer en el Padre de Jesús de Nazaret viviendo una fe individual? ¿Siento que mi destino es un destino inexorablemente unido al de los demás, al de mis hermanos? Porque “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
* El obispo sudafricano Geoff Davies nos dice que, “en nuestra sociedad moderna, debemos preguntarnos: ¿quién es mi prójimo? Nuestros prójimos son las personas que viven aguas abajo de nuestros desechos. Nuestros prójimos son aquellos que se ven afectados por el cambio climático debido a nuestras elecciones de energía o ingresos por inversiones. Nuestros prójimos son las generaciones venideras que vivirán en un mundo desolado y árido debido a nuestra sociedad consumista. Nuestros prójimos también son las muchas criaturas vivientes que forman la red de la vida –la trama de la vida; el entramado de la vida- de la que dependemos y que Dios nos ha llamado a salvaguardar”.
* Las lecturas de hoy nos encaran con nuestros, a veces, falsos respetos que nos llevan pensar que cada uno recorre su camino solo, que se equivoca solo, que tropieza y se levanta solo… y por ello la corrección fraterna -aquella que en nuestras familias e infancias nos han ayudado a enderezar rutas y clarificar horizontes- se nos antoja actualmente como un inmiscuirme en la vida del otro. ¿Dónde queda la profunda responsabilidad fraterna que ayuda -con cariño, respeto y prudencia- a retomar ilusiones, valores, caminos…? Uno que ama a su prójimo no le hace daño.
* Durante mucho tiempo, la Iglesia se ha centrado en los pecados individuales, particularmente los pecados sexuales. Y, sin embargo, nuestro estilo de vida está destruyendo el entramado de la vida – la red de la vida – y perjudicando a los más vulnerables de la sociedad. ¿cómo respondemos a los miembros de la Iglesia que están pecando contra la creación de Dios? El patriarca de la iglesia ortodoxa, nos recuerda que “tradicionalmente hemos considerado que el pecado es simplemente lo que las personas hacen a otras personas. Sin embargo, que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación de Dios; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra contribuyendo al cambio climático, despojando a la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus humedales; que los seres humanos contaminen las aguas, la tierra y el aire de la tierra… todos estos son pecados”.
* ¿Cómo confrontamos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo para que dejen de pecar contra la Creación y las generaciones venideras? ¿Cómo confrontamos a nuestros hermanos para que dejemos de ser tan egoístas en la forma en que tratamos a la naturaleza y a nuestros semejantes? “Te he puesto de atalaya en la casa de Israel”.
* Hoy se nos invita a amar a nuestro prójimo, a los vulnerables, a las generaciones futuras y a toda la red de la vida. Para hacerlo, debemos buscar conscientemente vivir en armonía con Dios, entre nosotros y con el mundo natural, escuchando, como dice el Papa Francisco, el «Grito de los pobres y el Grito de la tierra».
Comisión Diocesana de Ecología Integral