Laudate Deum, un llamamiento definitivo a la acción por el clima

Laudate Deum (LD) contiene, dentro de un calendario específico para la acción sobre el  clima, un llamamiento detallado del Papa Francisco, para hacer frente a la crisis climática, recordando su mensaje en Laudato Si’: “cuando quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común. Mas, con el paso del tiempo, advierto que no ha habido reacciones suficientes, al tiempo que el mundo que nos acoge se va deteriorando y quizás acercándose a un punto de quiebra. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente a las familias y a las vidas de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, en las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.” (LD, 2).

El documento está clasificado como una Exhortación apostólica: Laudate Deum es un mensaje pastoral del Papa, escrito directamente para que los católicos asuman compromisos claros sobre el cambio climático; en esta ocasión, para presionar a la próxima COP 28 de Dubai. El documento consta de seis elementos clave:1) La crisis climática global; 2) Más paradigma tecnocrático; 3) La debilidad de la política internacional; 4) Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos; 5) ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?;  6. Las motivaciones espirituales.

La crisis climática mundial

El peligro claro y actual es innegable. El Papa Francisco afirma: “Los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes” (LD, 5); esta vez, enfrentándose a los negacionistas del clima e incluso a los apologistas del clima de lavado verde. La Exhortación aprovecha al máximo las últimas conclusiones e informes del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), reforzando con datos científicos sobre la crisis climática el mensaje de Laudato Si’.

Se refiere al cambio climático como una realidad global, que ha de ser abordada con seriedad por políticos, empresarios e instituciones. Su preocupación por la crisis climática tiene siempre implicaciones de injusticia social, ya que ha afectado a los pobres, y tendrá graves repercusiones en el empleo y los medios de subsistencia. Repudia claramente el habitual juego de culpar a los pobres, a los países más ricos o a los países altamente contaminantes de que —afirma— no asumen toda la responsabilidad de la crisis. “Mas la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial; y que la emisión per capita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres”(LD 9).

Introduciendo la palabra “antrópico”, destaca el origen humano del cambio climático (LD, 11); ilustra claramente los impactos humanos analizados y presentados por informes científicos. En Laudato Si’, mencionaba “una consecuencia dramática de la actividad descontrolada del ser humano” (LS, 4); en el documento Querida Amazonia afirma: “la gran mayoría se extingue por razones relacionadas con la actividad humana…” (QA, 54). Aun así, en la encíclica Laudato Si’, identifica las siguientes referencias relacionadas con el antropoceno, a saber: antropocentrismo tiránico, antropocentrismo distorsionado, antropocentrismo moderno, antropocentrismo excesivo y antropocentrismo equivocado; con ello, muestra una comprensión del origen humano de la crisis climática. Así afirma que “es verificable que determinados cambios en el clima, provocados por la humanidad, aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos, cada vez más frecuentes e intensos” (LD, 5).

Avanzar para proteger la naturaleza

El Papa Francisco presenta una clara manifestación de su mensaje ecológico: como comunidades de fe, hemos de comprometernos a que  “el mundo que nos rodea no sea objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada” (LD, 25). De este modo,  la naturaleza debe ser protegida del

avance tecnológico y de la codicia humana. Expresa claramente: “No es extraño que un poder tan grande en semejantes manos sea capaz de arrasar con la vida, al tiempo la matriz de pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos ciega y no nos permite advertir este gravísimo problema de la humanidad actual” (LD, 24). El paradigma tecnocrático es un arquetipo que se encuentra en los negocios, la economía y el avance tecnológico, cultivando una actitud ilimitada con la esperanza de un progreso ilimitado. Sin embargo, este paradigma es una actitud puramente utilitaria, que agotará por completo el planeta y acelerará la destrucción ecológica. 

La cuestión de Dubai en la COP28

La intención objetiva de la Exhortación puede parecer que ofrece un mensaje claro de que el Vaticano (con su capacidad de voto adquirida solo en la última COP27 en Sharm El Sheikh – 2022, antes de su estatus de observador en las anteriores conferencias sobre el Clima) va en serio en su llamamiento a la responsabilidad, para llevar a cabo una acción concreta sobre la transición energética. Afirma el Papa Francisco: “si hay un interés sincero en lograr que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces solo cabe esperar formas vinculantes de transición energética, con estas tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias, y que se puedan monitorear fácilmente” (LD, 59).

En muchas reuniones de la Conferencia de las Partes (COP) celebradas en el pasado, los grupos cristianos y, de forma destacada, Catholics@COP (Católicos en la COP), han pedido sistemáticamente una transición energética justa y mecanismos detallados de “pérdidas y daños”; sin embargo, aquellos (grupos) han sido ridiculizados por muchos grupos de presión y negociadores durante las conferencias sobre el clima. El Papa Francisco ha visto con buenos ojos el papel protagonista de los activistas climáticos y ecologistas en muchas acciones climáticas. En Filipinas, se ha iniciado la “Marcha por la Justicia Climática”, en la que los activistas climáticos realizan un viaje de Manila a Tac, para rendir homenaje a todas las vidas afectadas por este desastre climático, especialmente durante el tifón Haiyan en 2013. Más adelante, la peregrinación climática seguirá un viaje más largo, hasta Dubái, a tiempo para la COP28.

La relevancia del documento

En esta Exhortación el Papa Francisco es muy crítico con la debilidad de la Política internacional y la de las Conferencias sobre el clima; en efecto, indica claramente mucho más los fracasos que los resultados, y mucho menos los progresos. Se puede recordar que durante las Conversaciones sobre el clima COP21, en París, este fue su mensaje antes de la firma del Acuerdo de París: “Sería triste —y me atrevería a decir que incluso catastrófico— que los intereses particulares prevalecieran sobre el bien común, y llevaran a manipular la información para proteger sus propios planes y proyectos […]. Expreso mi esperanza de que la COP21 logre un acuerdo global y ‘transformador’, basado en los principios de solidaridad, justicia, igualdad y participación; un acuerdo, que apunte a tres objetivos complejos e interdependientes: disminuir el impacto del cambio climático, luchar contra la pobreza, y garantizar el respeto de la dignidad humana”. Algunos de estos términos figuran en términos equivalentes en Laudate Deum. La propia reticencia del Papa Francisco con los organismos internacionales y los gobiernos se expresó durante la COP25 de Madrid (2019). Dice: “Tenemos que preguntarnos seriamente si existe voluntad política de asignar con honestidad, responsabilidad y valentía más recursos humanos, financieros y tecnológicos, para mitigar los efectos negativos del cambio climático; también, cómo (actuar) para ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables que más sufren (estos efectos).” Así pues, podemos plantearnos las siguientes preguntas pertinentes:

¿Cuál es el impacto del documento en los organismos internacionales?

Al tiempo que indica claramente que muchas Conferencias han fracasado, y con efectos en cadena por fallar a la humanidad y a la naturaleza, el Papa Francisco sugiere un proceso de implicación, que involucre a las sociedades civiles e incluso a las personas impactadas por la crisis climática, para abordar el cambio climático; pide la implicación de todos (LD, 58). Por otro lado, desaconseja “el multilateralismo con una autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder: “Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho, no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal” (LD, 35); al tiempo que se fomenta una nueva sensibilidad hacia los que son más débiles y menos dotados de poder… Es otro modo de invitar al multilateralismo para resolver los problemas reales de la humanidad, procurando ante todo el respeto a la dignidad de las personas, de manera que la ética prime sobre las conveniencias locales o circunstanciales” (LD, 39).

¿Cuál es el impacto del documento en las comunidades de fe?

La solidaridad de las comunidades de fe es importante para abordar la crisis climática; afirma en el documento: “Dios nos ha unido a todas sus criaturas” (LD, 66), y la riqueza de la fe cristiana, desde las fuentes bíblicas hasta las prácticas ecologistas, tal como se transmite en Laudato Si’, puede contribuir al llamamiento mundial a la acción por el clima “de una manera más humilde y más rica” (LD, 68). Modela a Jesús como referencia para comulgar con las personas y la naturaleza, describiéndolo con “ternura… para con todos los seres” (LD, 1); y alguien “en contacto permanente con la naturaleza” (LD, 64). Sin embargo, el Papa Francisco se atreve a animarnos: “Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios alimenta la preocupación frente a las responsabilidades incumplidas de los sectores políticos, y la indignación ante el desinterés de los poderosos” (LD, 71), más transformadora que lo que hacen los actores políticos y empresariales.

Como hemos visto, los progresos que están haciendo las comunidades religiosas a nivel mundial en materia de acción por el clima, los esfuerzos más pequeños pero decididos en diócesis, parroquias e instituciones académicas —las comunidades religiosas— pueden marcar la diferencia.  Por lo tanto, es importante que hagamos cambios reales, que puedan hacerse de manera transversal, cambios institucionales y personales. El Papa Francisco dice: “Recordar que no hay cambios duraderos, sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades; y no hay cambios culturales, sin cambios en las personas” (LD, 70).

Tagoy Jakosalem
Miembro de la CDEI

Responsable de la Comisión de Apostolado Social de la Orden de los Agustinos Recoletos.
Presidente de ARCORES Internacional

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